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Dietas desequilibradas y comportamiento canino: por qué la alimentación influye más de lo que imaginas

  • Foto del escritor: Ezequiel Dello Russo
    Ezequiel Dello Russo
  • 23 nov
  • 4 Min. de lectura

Cuando pensamos en el comportamiento de un perro —su calma, su ansiedad, sus miedos, su capacidad de concentración— solemos mirar hacia la educación, la socialización o el entorno.

Pero hay un factor silencioso que influye tanto o más que todo lo anterior: la alimentación.


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En el libro The Dog: Its Behavior, Nutrition and Health, Linda P. Case explica que una dieta desequilibrada puede alterar el comportamiento de un perro igual que lo hace el estrés o la falta de ejercicio. Cuando el cuerpo no recibe los nutrientes adecuados, el sistema nervioso no funciona como debería, y eso se refleja directamente en cómo el perro actúa, piensa y siente.


Hoy quiero explicarte qué dietas generan estos problemas, por qué lo hacen y cómo detectarlo a tiempo.


⚠️ 1. ¿Qué es exactamente una dieta desequilibrada?


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Una dieta desequilibrada no siempre significa “poca comida” o “comida mala”. Muchas veces son dietas que parecen correctas… hasta que las analizas.


Estas son las más comunes:


❌ A) Dietas industriales ultra procesadas de baja calidad


Son las típicas que incluyen:


  • subproductos animales,

  • harinas de origen dudoso,

  • maíz y trigo como base,

  • grasas oxidadas,

  • colorantes y conservantes,

  • proteínas de bajo valor biológico.


Estas dietas pueden mantener al perro vivo, sí…pero no le dan lo que necesita para regular su sistema nervioso.


Pueden provocar:

  • irritabilidad,

  • baja tolerancia a la frustración,

  • hiperactividad,

  • dificultad para concentrarse.


Esto sucede porque muchos aminoácidos esenciales, vitaminas del grupo B y minerales claves se pierden en el procesado o están en cantidades insuficientes.


❌ B) Dietas caseras improvisadas sin supervisión


Ocurre muchísimo: el tutor quiere “cocinar sano” pero termina dando:


  • demasiado arroz,

  • poca proteína real,

  • ausencia de vísceras,

  • déficit de omega-3,

  • exceso de frutas o verduras,

  • dietas repetitivas sin variación.


Resultado: carencias nutricionales que afectan directamente al cerebro del perro.


Perros con déficits de vitaminas del grupo B, zinc, magnesio u omega-3 pueden mostrar:


  • apatía,

  • ansiedad,

  • respuestas exageradas ante estímulos,

  • confusión o dificultad para aprender.


❌ C) Dietas basadas en un solo tipo de proteína


Muy típico en perros con alergias o intolerancias cuando se improvisa:

“Como el pollo le sienta bien, solo le doy pollo”.


Esto provoca:

  • déficit de aminoácidos,

  • falta de variedad lipídica,

  • carencia de minerales esenciales.


El cuerpo funciona, pero no al 100%, y lo que primero se resiente es el comportamiento.


❌ D) Dietas donde predominan carbohidratos baratos


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Alimentos con:

  • grandes cantidades de arroz,

  • pasta,

  • patata,

  • maíz,

  • harinas vegetales.


Los carbohidratos por sí solos no tienen capacidad para sostener el sistema nervioso de un carnívoro facultativo. El perro los digiere, sí; pero no obtiene lo que necesita para fabricar serotonina, dopamina y otros neurotransmisores clave.


Esto puede provocar:


  • impulsividad,

  • baja estabilidad emocional,

  • hambre constante (que genera ansiedad),

  • sobrepeso, que también influye en la conducta.


🔬 2. ¿Por qué una mala dieta afecta al comportamiento?


El cerebro necesita nutrientes específicos para producir neurotransmisores estables.


Si falta alguno de estos elementos, el comportamiento cambia:


✔ 1. Aminoácidos esenciales (ej. triptófano)

Necesarios para la producción de serotonina.Un perro con déficit puede mostrar:

  • ansiedad,

  • reactividad,

  • agresividad por frustración.


✔ 2. Omega-3 EPA y DHA

Claves para:

  • memoria,

  • aprendizaje,

  • calma,

  • neuroplasticidad.


Cuando faltan, aumenta la irritabilidad y baja la capacidad de concentración.


✔ 3. Vitaminas del grupo B

Participan en:

  • síntesis de neurotransmisores,

  • regulación del estrés,

  • producción de energía.


Su déficit genera:

  • apatía,

  • nerviosismo,

  • fatiga mental.


✔ 4. Minerales como magnesio, zinc e hierro

Regulan:

  • impulsividad,

  • tolerancia a la frustración,

  • motivación.

Una dieta pobre en minerales puede dar lugar a perros “hiper” o, por el contrario, muy apáticos.


✔ 5. Calidad de las proteínas

Proteína no es igual a calidad.Muchas dietas industriales contienen proteínas fragmentadas, difíciles de aprovechar.


Esto afecta la producción de neurotransmisores y puede generar:

  • mala gestión del estrés,

  • cambios de humor,

  • problemas de sueño.


🐕💬 3. ¿Cómo se manifiesta un problema de comportamiento por mala alimentación?


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Señales típicas:

  • hiperactividad que no mejora ni con ejercicio,

  • nerviosismo constante,

  • falta de concentración en sesiones educativas,

  • agresividad por frustración,

  • ansiedad por separación más intensa,

  • miedo exagerado,

  • irritabilidad,

  • baja tolerancia a otros perros,

  • letargo inexplicable.


Muchos tutores piensan que su perro “es así”.Pero cuando ajustan la dieta… el comportamiento cambia radicalmente.



🌱 4. ¿Qué puede hacer un tutor?


✔ Revisar la dieta actual

Preguntarse:

  • ¿de dónde proviene la proteína?

  • ¿hay variedad real?

  • ¿mi perro recibe vitaminas naturales y minerales biodisponibles?

  • ¿está comiendo demasiados carbohidratos?

  • ¿hay aditivos o ingredientes sospechosos?


✔ Aumentar la calidad

Subir el nivel de la dieta siempre mejora el comportamiento.

  • más proteína real,

  • más grasas buenas,

  • introducir omega-3,

  • incluir vísceras adecuadas,

  • alimentos frescos,

  • menos ultraprocesado.


✔ Consultar a un profesional especializado

Medico veterinario especializado en nutrición natural, Barf Coach, etc.



⭐ Conclusión

El comportamiento del perro no depende solo de cómo le educamos o el ambiente en el que vive. Depende también de lo que come cada día.


Una dieta desequilibrada puede alterar el cerebro, el estado emocional y la capacidad de aprendizaje del perro. Por eso, para mejorar su conducta, no basta con “trabajar comportamiento”: hay que empezar por su nutrición.



 
 
 

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