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🧠 El mito de la dominancia: cuando la violencia se disfraza de educación

  • Foto del escritor: Ezequiel Dello Russo
    Ezequiel Dello Russo
  • 6 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 oct


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Durante décadas, el concepto de dominancia ha sido manipulado para justificar el uso de la fuerza en la educación canina. Someter al perro para lograr resultados ha sido el modelo erróneo que muchos aprendieron —y que lamentablemente seguimos viendo en televisión o en redes, de la mano de “entrenadores” de moda que promueven el control y el miedo como herramientas educativas.


La violencia no educa, destruye la comunicación

¿Por qué alguien puede aplicar un método violento a un perro?La respuesta es simple: por ignorancia. El mito de la dominancia mal entendida ha servido para justificar prácticas que nada tienen que ver con el aprendizaje ni con la relación.

Golpes, gritos, tirones de correa, collares de ahorque, de pinchos o eléctricos, encierros o castigos psicológicos...Todo esto tiene un denominador común: rompe la relación y genera sufrimiento físico y emocional.

No existe excusa válida: el hecho de que un perro “no obedezca” no autoriza a someterlo. La obediencia basada en miedo no es cooperación, es indefensión aprendida.


🐺 Lo que la ciencia realmente dice sobre la dominancia

Durante años se creyó que el perro que tiraba de la correa, gruñía o no respondía, lo hacía por “querer dominar”. Este error proviene de una mala interpretación de los estudios sobre lobos cautivos del siglo pasado.

El investigador David Mech, referente mundial en el estudio del lobo, demostró que ese modelo era falso:en los grupos de lobos en libertad, las dinámicas son familiares y cooperativas, no autoritarias. Padres e hijos colaboran, se apoyan, aprenden juntos.La “dominancia” entendida como imposición o jerarquía violenta solo aparece en grupos forzados por el hombre, no en la naturaleza.

Por tanto, hablar de dominancia en la relación con un perro doméstico carece de sentido. La convivencia se basa en comunicación, coherencia y confianza, no en jerarquías impuestas.


🤝 Del control al vínculo

Muchos tutores aún se preguntan: “Entonces, ¿cómo construyo mi liderazgo frente a mi perro?”La respuesta es simple: siendo su referencia, no su rival.

Un buen tutor no necesita imponer; inspira respeto desde la calma y la coherencia, igual que un buen padre guía a su hijo. La relación sana se basa en empatía, claridad y afecto, no en castigos ni gritos.

Un perro no necesita un “alfa”, necesita un compañero capaz de entender su lenguaje, atender sus necesidades y ofrecerle seguridad.


🌱 Educar desde el respeto

La educación canina moderna ya no se construye sobre jerarquías ni sobre la obediencia ciega. Hoy sabemos que un perro aprende mejor cuando:

  • Tiene cubiertas sus necesidades emocionales y físicas.

  • Vive en un entorno estable y predecible.

  • Recibe señales coherentes, sin miedo ni castigos.

  • Se le permite explorar, jugar y tomar decisiones.


Cuando cambiamos el control por la comunicación, descubrimos algo esencial:

el perro no necesita ser dominado, solo necesita ser comprendido.

 
 
 

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